
A pesar de que los cambios más notorios en la adolescencia son de tipo físico, para los que pasamos por esta edad lo peor es aprender a lidiar con los cambios en nuestro humor y emociones, sobre todo la parte relacionada al amor.
Este sentimiento puede ser la experiencia más dulce que jamás hayamos imaginado. Pero cuando pone en juego otros afectos igual de importantes -y no precisamente para ayudarnos- , puede convertirse en todo lo contrario.
Es completamente normal fijarse en un chico que ya tiene novia. Pero cuando el susodicho es pareja de nuestra mejor amiga y la atracción física se transforma en algo más fuerte, el asunto se complica como no tenemos idea.
Con la sensación de culpa y los suspiros no correspondidos, no estamos en condiciones de decidir adecuadamente. Por eso lo mejor es tomarnos un tiempo para analizar lo que sentimos realmente y cómo vamos a asumirlo de ahora en adelante.
Digo esto porque muchas veces las personas confunden el cariño hacia alguien con el enamoramiento y se ponen entre la espada y la pared sin motivo real. También cabe la posibilidad de que nos encaprichemos con un chico porque sabemos que no lo podemos tener y nos cueste admitirlo.
Sentir una u otra cosa no nos hace las peores chicas del mundo. Simplemente es parte de crecer y del deseo de tener una relación tan linda como la de nuestra mejor amiga. La cuestión es sacarnos de la cabeza que la estamos traicionando y tomar un poco de distancia con su novio, aunque sin crear sospechas.
Una buena opción es fijarnos en otros chicos y si es posible salir con ellos. Lo más seguro es que aún nos falte mucho para encontrar al amor de nuestras vidas y más vale tomar con calma lo que viene.
Entonces es preferible esperar a que pase la atracción antes de adelantarnos a hablar con nuestra amiga y lastimarla sin estar seguras de lo que sentimos. Aunque si las cosas pasan a mayores y su novio tiene actitudes fuera de lo normal con nosotras, sí conviene poner las cosas en claro inmediatamente para evitar malos entendidos.
Este sentimiento puede ser la experiencia más dulce que jamás hayamos imaginado. Pero cuando pone en juego otros afectos igual de importantes -y no precisamente para ayudarnos- , puede convertirse en todo lo contrario.
Es completamente normal fijarse en un chico que ya tiene novia. Pero cuando el susodicho es pareja de nuestra mejor amiga y la atracción física se transforma en algo más fuerte, el asunto se complica como no tenemos idea.
Con la sensación de culpa y los suspiros no correspondidos, no estamos en condiciones de decidir adecuadamente. Por eso lo mejor es tomarnos un tiempo para analizar lo que sentimos realmente y cómo vamos a asumirlo de ahora en adelante.
Digo esto porque muchas veces las personas confunden el cariño hacia alguien con el enamoramiento y se ponen entre la espada y la pared sin motivo real. También cabe la posibilidad de que nos encaprichemos con un chico porque sabemos que no lo podemos tener y nos cueste admitirlo.
Sentir una u otra cosa no nos hace las peores chicas del mundo. Simplemente es parte de crecer y del deseo de tener una relación tan linda como la de nuestra mejor amiga. La cuestión es sacarnos de la cabeza que la estamos traicionando y tomar un poco de distancia con su novio, aunque sin crear sospechas.
Una buena opción es fijarnos en otros chicos y si es posible salir con ellos. Lo más seguro es que aún nos falte mucho para encontrar al amor de nuestras vidas y más vale tomar con calma lo que viene.
Entonces es preferible esperar a que pase la atracción antes de adelantarnos a hablar con nuestra amiga y lastimarla sin estar seguras de lo que sentimos. Aunque si las cosas pasan a mayores y su novio tiene actitudes fuera de lo normal con nosotras, sí conviene poner las cosas en claro inmediatamente para evitar malos entendidos.